17 de diciembre de 2010

[Relato] El Olivar 3


Despues del pequeñeno "accidente" que tuve hace varios días atrás las cosas parecen seguir normal. En las noches cuando salgo a correr por el parque sigo viendo que hay más gente de la habitual pero por lo general están muy pasivos, ya ni les presto atención y sigo mi trote. De vez en cuando algunas personas me quieren hablar pero como ahora corro con música, desde el encuentro con la niña, no escucho lo que dicen y aprovecho para pasarme de largo.

Mas la otra noche sucedió lo más extraño de mi vida, que me ha dejado asustado y sin dormir por un par de noches. Mientras descansaba sentado en las escaleras de una pequeña pérgola redonda en el pasto y con un techo en cono, que extrañamente tenia la parte interna del techo o cielo razo blanca, empezé a tener una rara senación como cuando vi a la niña por primera vez.

Como ya conocía la sensación busqué alrededor mío mientras prestaba mayor atención a todo ruido que me rodeaba. Escuche las bocinas de los carros al pelearse por ganar unos segundos más y llegar antes a sus destinos, un par de pájaros cantar tranquilamente, el ladrido de un perro, gente conversando, mas no escuchaba las risas de la primera vez. Esto me calmo por un momento mas no alejó el presentimiento.

Mirando con mas detalle a todo lo que me rodeaba tampoco encontré algo fuera de lo común para lo que siempre veía, gente sentada en las bancas a los lados de la acera de peatones, sentada en el pasto bajo los árboles de oliva, caminando en el pasto o en la acera y perros paseando a sus amos, como me gusta pensar jeje.

Después de unos minutos no encontraba la razón de aquel presentimiento y cansado me heché hacia atrás hechándome dentro de la pérgola con los ojos cerrados y en ese momento sucedió. Escuche un gruñido, como el de un perro amenazante, que venía de Dios sabe donde a lo cual lentamente levanté la cabeza y vi a los costados pero aún permanecía solo en la pérgola, no habia nada alrededor mío. Un poco mas asustado me heché nuevamente en la pérgola mirando al cielo razo pensando en lo que había pensado cuando de nuevo escucho el gruñido pero esta vez podía ver en el cielo razo blanco un leve movimiento.

Me quede helado por el miedo que sentí al ver el cielo razon moverse mientras escuchaba el gruñido una vez más. Lentamente vi salir del centro mismo del cono una cara gris de una mujer horripilante con unos grandes ojos amarillos prendidos y amenazarodes, los ojos me miraban fijamente mientras el ser salía del techo blanco en el que estaba y se acercaba a mí. Lentamente al estar la cabeza fuera del techo empezó a sacar las manos y el torso del cuerpo, no podía dejar de ver sus grandes ojos mientras me veía con odio con los grandes ojos amarillos encendidos que tenía.

El gruñido se hacía cada vez mas fuerte, no se como nadie más en el parque no lo escuchaba y venía a ver lo que sucedía, mientras salía un poco mas del techo. Al tener un brazo completamente afuera lo extendió para poderme agarrar, mientras me mantenía en el suelo pude ver su brazo gris acercarse a mí pero detenerse apenas empezó por que era demasiado corto y no me alcanzaba. El miedo crecía mientras se acercaba, crecía mientras sentía más fuerte el gruñido, crecía mientras mi corazón latía cada vez más rápido y fuerte, crecía hasta el punto que no pude contener más tanto miedo.

La mano estaba muy cerca mío cuando pude reaccionar finalmente y huir de ese lugar. Me levanté lo más rápido que pude, evitando la mano de aquel ser, y emprendí la carrera de regreso sin mirar a ningun lado. Podía aun escuchar su gruñido en mi cabeza y ver su rostro en mi mente, escuchaba tambien otras cosas pero no podía distinguir que era por lo que acababa de suceder. Corrí y corrpí hasta que llegué a mi cuarto donde pude descansar finalmente y pensar en lo que había sucedido. Me heche en la cama y al ver el techo vi que era blanco, mi corazón se paró y no respiré por unos instantes del miedo. Me quede mirando el techo de mi cuarto por un par de horas esa noche hasta que convencido sabía que no pasaría nada ahí y pude "dormir" un poco.

A la mañana siguiente mientras me arreglaba para ir a trabajar, cansado de una pésima noche, me di cuenta que dejé tirado mi iPod en la pérgola. No pienso regresar a recogerlo, al menos de momento, así que ya lo perdí y mientras tanto estoy trotando sin música. Solamente espero no escuchar los gruñidos del ser de ojos amarillos o las risas de la niña de vestido antiguo mientras trote. Se preguntarán ¿Por que no voy a otro lado a trotar? La respuesta es simple, por que no hay y no puedo.

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